23 de Diciembre del 2025

Feria privilegiada de Adviento 

San Juan Cancio (1473)

 

Mal 3,1-4.23-24: «Les enviaré a Elías»

Sal 25: «¡Levántense, levanten la cabeza: se acerca la liberación!»

Lc 1,57-66: «Su nombre es Juan»

Cuando a Isabel se le cumplió el tiempo del parto, dio a luz un hijo. 

58 Los vecinos y parientes, al enterarse de que el Señor la había tratado con tanta misericordia, se alegraron con ella. 

59 Al octavo día fueron a circuncidarlo y querían llamarlo como su padre, Zacarías.  

60 Pero la madre intervino: No; se tiene que llamar Juan. 

61 Le decían que nadie en la parentela llevaba ese nombre. 

62 Preguntaron por señas al padre qué nombre quería darle. 

63 Pidió una pizarra y escribió: Su nombre es Juan. Todos se asombraron. 

64 En ese instante se le soltó la boca y la lengua y se puso a hablar bendiciendo a Dios. 

65 Todos los vecinos quedaron asombrados; lo sucedido se contó por toda la serranía de Judea 

66 y los que lo oían reflexionaban diciéndose: ¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor lo acompañaba.

 

Comentario 

Un nombre simple y llano, puede reflejar no sólo una historia familiar, sino que puede llevar consigo el peso de tradiciones impuestas e injustas. El acto de nombrar a Juan, en contra de las convenciones sociales y familiares, simboliza una liberación de las expectativas culturales y una afirmación de la autonomía de Dios frente a las normas establecidas. El gesto de Zacarías está cargado de fuerza simbólica, escribir el nombre en la pizarra subraya la necesidad que tenemos de encontrar vías de comunicación. Cuántas veces nos hemos quedado callados por indiferencia, miedo o simple comodidad. La alabanza de Zacarías al recuperar la voz es la expresión de una transformación colectiva. Pasar de la incredulidad en nuestras posibilidades, a proclamar lo que Dios es capaz de lograr a través nuestro. Reflexionemos en esas rutinas o realidades que van apagando la esperanza; abrámonos a la acción de Dios, dejando que la sorpresa y el asombro nos impulsen a ir más allá. Toda acción guiada por Dios puede llevar a cambios profundos.

“Las exigencias fraternas y comunitarias de la vida en familia son una ocasión para abrir más y más el corazón, y eso hace posible un encuentro con el Señor” (AL 316).