1ª Semana de Adviento
San Sabás (532)
Is 29,17-24: Aquel día, los ciegos verán
Sal 27: «El Señor es mi luz y mi salvación»
Mt 9,27-31: Jesús cura a dos ciegos que creen en él
Cuando Jesús pasaba por un lugar, dos ciegos lo seguían dando voces: ¡Hijo de David, ten piedad de nosotros!
28 Al entrar en casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les dijo: ¿Creen que puedo hacerlo? Contestaron: Sí, Señor.
29 Él les tocó los ojos diciendo: Que suceda como ustedes han creído.
30 Entonces se les abrieron los ojos, y Jesús les recomendó: ¡Cuidado, que nadie lo sepa!
31 Pero ellos se fueron y divulgaron su fama por toda la región.
Comentario
El texto nos presenta a dos hombres ciegos, marginados por las estructuras sociales y religiosas que siguiendo leyes irracionales acentuaban la desigualdad. Estos hombres, claman al “Hijo de David”, reconociendo en Jesús al Dios que baja a liberar a su pueblo de la ceguera. Para poder romper las cadenas de injusticia y traer sanación es necesaria la fe. Es precisamente la fe y el clamor por la liberación lo que genera esa transformación. Seguro reconocemos aquellas condiciones sociales y económicas que nos mantienen enceguecidos. Pidamos también a Jesús que toque nuestra vida, para poder ver con claridad aquello que nos hace tanto daño y que sin querer favorecemos. Este acto de justicia nos invita a reflexionar sobre nuestro compromiso como comunidades necesitadas de discernimiento e iluminación. Abramos nuestros ojos a las realidades de injusticia que nos rodean y no desatendamos los gritos de auxilio de nuestro prójimo que sufre. Que nuestra fe en Jesús pueda iluminar nuestro compromiso solidario y nos permita reconocerlo.
“La inclusión de las personas más vulnerables es una condición necesaria para obtener la plena ciudadanía del Reino” (Papa Francisco).
