6 de Diciembre del 2025

2º DE ADVIENTO 

Santa María Sallés y Barangueras (1911)

Is 30,19-21.23-26: «Se apiadará a la voz de tu gemido»

Sal 146: «Dichosos los que esperan en el Señor»

Mt 9,35-38–10,1.6-8: Al ver a las gentes, se compadecía de ellas

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y pueblos, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Noticia del reino y sanando toda clase de enfermedades y dolencias. 

36 Viendo a la multitud, se conmovió por ellos, porque estaban maltratados y abatidos, como ovejas sin pastor. 

37 Entonces dijo a los discípulos: La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. 

38 Rueguen al dueño de los campos que envíe trabajadores para su cosecha. 

10,1 Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos, para expulsarlos y para sanar toda clase de enfermedades y dolencias. A estos doce los envió con estas instrucciones: 

6 Vayan más bien a las ovejas descarriadas de la Casa de Israel. 

7 Y de camino proclamen que el reino de los cielos está cerca. 

8 Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien a los leprosos, expulsen a los demonios. Gratuitamente han recibido, gratuitamente deben dar.

 

Comentario 

Jesús, al ver a las multitudes cansadas y oprimidas, es movido por una profunda compasión. Reconoce que los líderes sociales y religiosos se han acomodado, dejando a las personas no sólo en el abandono sino en una realidad hostil e inmisericorde. Esto nos traslada inmediatamente a lo que hoy están viviendo muchas personas desesperadas por la falta de oportunidades. Jesús señala lo apremiante de la labor pastoral, al saber que son pocos los corazones entusiasmados en seguirle. A quienes se deciden seguirle les pide que prioricen, atendiendo a las personas más vulnerables y a las que no tendrán con qué pagarles. La misión ha de brotar de un corazón agradecido que se siente bendecido y privilegiado de estar vivo. No podemos conformarnos con acompañar religiosamente, sino que hemos de incluir el componente social; el anuncio del evangelio ha de transformar de manera integral la vida de las personas. Jesús nos invita a salir de nuestras zonas de confort y a comprometernos con la causa del Reino.

“Un corazón misionero sabe de esos límites y se hace débil con los débiles, todo para todos” (EG 45).