Primera lectura: Hch 16,22-34:
«Cree en el Señor y te salvarás»
Salmo: 138:
«Señor, tu derecha me salva»
Evangelio: Jn 16,5-11:
«Si no me voy, no vendrá el Defensor»
6a Semana de Pascua San Agustín de Carterbury (605)
6 Lo que les he dicho los ha llenado de tristeza;
7 pero les digo la verdad: les conviene que yo me vaya. Si no me voy, no vendrá a ustedes el Defensor, pero si me voy, lo enviaré a ustedes.
8 Cuando él venga, convencerá al mundo de un pecado, de una justicia, y de una sentencia:
9 el pecado, que no han creído en mí;
10 la justicia, que yo voy al Padre y no me verán más;
11 la sentencia, que el príncipe de este mundo ya ha sido condenado.
Jesús se despide de su presencia física y quiere darnos otro tipo de presencia más intensa. La tristeza que causa su despedida promete convertirla en gozo. El Defensor y Consolador que es el Espíritu Santo nos acompañará y lo sentiremos presente en todo lugar y en toda situación. Los que hemos compartido muchos años de presencia evangelizadora en este Continente y más allá, hemos vivido infinidad de despedidas de las comunidades. En una de esas despedidas donde compartí procesos pastorales al despedirme me regalaron una tarjeta que decía: “Te quedaste para siempre entre nosotros. Nunca te fuiste”. Jesús al irse al Padre regresa con una mayor cercanía para recordar al mundo el daño que provoca el pecado. Es capaz de romper lo más hermoso de la relación con Dios, con el prójimo y con toda la creación. Por eso nos pide atenernos a la justicia del Reino y no a los juicios amañados de este mundo. Por eso debemos continuamente repetir las últimas palabras de la Biblia en el Apocalipsis: ¡Ven, Señor Jesús!
“La altura espiritual de una vida humana está marcada por el amor” (FT 92).
