3 de Junio del 2025

Primera lectura: Hch 20,17-27: 
«Cumplo el encargo que me dio el Señor Jesús»
Salmo: 68:
«Reyes de la tierra, canten al Señor»
Evangelio: Jn 17,1-11a: 
«Padre, glorifica a tu Hijo»

7a Semana de Pascua San Carlos Lwanga y comps. mártires (1886)

 

1 Jesús, levantando la vista al cielo, dijo: Padre, ha llegado la hora: da gloria a tu Hijo para que tu Hijo te dé gloria;
2 ya que le has dado autoridad sobre todos los hombres para que dé vida eterna a cuantos le has confiado.
3 En esto consiste la vida eterna: en conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesús, el Mesías.
4 Yo te he dado gloria en la tierra cumpliendo la tarea que me encargaste hacer.
5 Ahora tú, Padre, dame gloria junto a ti, la gloria que tenía junto a ti, antes de que hubiera mundo.
6 He manifestado tu nombre a los hombres que separaste del mundo, para confiármelos: eran tuyos y me los confiaste y han cumplido tus palabras.
7 Ahora comprenden que todo lo que me confiaste procede de ti.
8 Las palabras que tú me comunicaste yo se las comuniqué; ellos las recibieron y comprendieron realmente que vine de tu parte, y han creído que tú me enviaste.
9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me has confiado, pues son tuyos.
10 Todo lo mío es tuyo y lo tuyo es mío: en ellos se revela mi gloria.
11 Ya no estoy en el mundo, mientras que ellos están en el mundo; yo voy hacia ti.
 
 
 
Comentario 

 

Durante tres días seguidos, ya cerca de la fiesta de Pentecostés, vamos a ser testigos de esta oración de Jesús que, durante siglos, la tradición de la Iglesia ha definido como Oración Sacerdotal. Esta bella oración es para el pueblo de Dios una ventana abierta para adentrarnos al corazón de Jesús. Es la oración que marca para Jesús el tiempo de su Pascua. Es la oración más extensa que nos transmitieron los evangelistas. Guiados por esa espiritualidad y resaltando la oración del Padre Nuestro podemos acercarnos gozosos, a pies juntillas, como quien toca tierra sagrada a la comunión con nosotros mismos, nuestro prójimo, la creación y el mismo Dios. A partir de esta imagen de plenitud, podemos pensar en el tiempo de nuestra vida y qué sentido tiene para nosotros esa expresión: «ha llegado la hora». Fortalezcamos, como Jesús, las actitudes de compasión, ternura y entrega para cumplir la misión como servidores del Reino. Tenemos un tesoro que se nos ha confiado, ¿cómo lo estamos administrando?

“Cuando una comunidad acoge el anuncio de la salvación, el Espíritu Santo fecunda su cultura con la fuerza transformadora del Evangelio” (EG 116).

El DIARIO BÍBLICO es un servicio desinteresado y no lucrativo que los Misioneros Claretianos de América hacen a la Nueva Evangelización, para las iglesias locales del Continente y de otras iglesias hispanoparlantes de más allá.

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