Primera lectura: Hch 9,1-20:
Pablo es un elegido
Salmo: 117:
«Vayan por el mundo entero y anuncien el Evangelio»
Evangelio: Juan 6,52-59:
«Mi carne es verdadera comida»
3ª Semana de Pascua San Jorge Preca (1962)
53 Les contestó Jesús: Les aseguro que, si no comen la carne y beben la sangre del Hijo del Hombre, no tendrán vida en ustedes.
54 Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.
55 Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. 56Quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
57 Como el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí.
58 Éste es el pan bajado del cielo y no es como el que comieron sus padres, y murieron. Quien come este pan vivirá siempre.
59 Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
Resulta normal la extrañeza de los judíos al escuchar las palabras de Jesús, pero mucho más cuando les habla de tener que comer su carne y beber su sangre. Comer y beber a Jesús es la invitación que nos ha hecho la Iglesia por generaciones. Este es el banquete total de nuestras vidas. Es la comida más saludable que puede existir. Al comerle y beberle, los mismos sentimientos de Jesús (Flp 2,5), sus pensamientos y su vida entera circularán por nuestras entrañas y experimentaremos una conexión vital con Él, como la conexión que vive Jesús, el Hijo, con Dios su Padre (Jn 6,56). Jesús nos está invitando a alimentarnos de las semillas del Reino y del código de las Bienaventuranzas. Nos invita a multiplicar los signos de su Evangelio en la vida cotidiana. Nos asegura que es un alimento que supera al maná del desierto y a todos los manás de esta época que nos toca vivir. ¿Es esto lo que experimentas cuando comulgas la Eucaristía?
“¡Cuánto bien nos hace dejar que Él vuelva a tocar nuestra existencia y nos lance a comunicar su vida nueva!” (EG 264).