Primera lectura: Hch 6,8-15:
Esteban hablaba con sabiduría
Salmo: 119:
«Dichoso el que camina en la voluntad del Señor»
Evangelio: Jn 6,22-29:
«Trabajen por el alimento que perdura»
3ª Semana de Pascua San Estanislao Kazimierczyk (1489)
23 Desde Tiberíades llegaron otras barcas y atracaron cerca del lugar donde el Señor dio gracias y ellos comieron el pan.
24 Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron en los botes y se dirigieron a Cafarnaún en busca de Jesús.
25 Lo encontraron a la otra orilla del lago y le preguntaron: Maestro, ¿cuándo llegaste aquí?
26 Jesús les respondió: Les aseguro que no me buscan por las señales que han visto, sino porque se han hartado de pan.
27 Trabajen no por un alimento que perece, sino por un alimento que dura y da vida eterna; el que les dará el Hijo del Hombre. En él Dios Padre ha puesto su sello.
28 Le preguntaron: ¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?
29 Jesús les contestó: La obra de Dios consiste en que ustedes crean en aquél que él envió.
La gente se entusiasmó porque Jesús había saciado su hambre y ahora lo buscan para que repita el milagro. No le buscan para aprender una catequesis o para comprender el mensaje que estaba contenido en aquella comida multitudinaria. Lecciones como: el compartir lo que se tiene, la gratuidad, la organización de encuentros comunitarios, no desperdiciar alimentos, fomentar la solidaridad con los necesitados, etc. Muchos aprendizajes que necesitan interiorizarse y ponerse en práctica en contextos donde predomina el individualismo. Pero la gente busca a Jesús no para crecimiento, sino para saciar su hambre inmediata sin mayores implicaciones. Esta superficialidad e interés en el seguimiento, le va a servir a Jesús para darnos el largo discurso del Pan de vida. Dejemos que la liturgia pascual continué iluminando nuestra entrega y compartir de cada día. Preparemos nuestro ánimo, dispongamos mente y corazón, para ser fieles continuadores del proyecto de Jesús. Busquemos ese alimento, ese pan que fortalece la vida y que no tiene fecha de caducidad, ese que siempre estará dispuesto a multiplicarse en nuestras mesas.
“Buscar a Dios con corazón sincero, siempre que no lo empañemos con nuestros intereses ideológicos o instrumentales” (FT 274).