4 de Mayo del 2025

Primera lectura: Hechos 5,27b-32.40b-41: 
Testigos somos nosotros y el Espíritu
Salmo: 30: 
«Te ensalzaré, Señor, porque me has librado»
Salmo: Apocalipsis 5,11-14: 
Digno es el Cordero de recibir la alabanza
Evangelio: Juan 21,1-19: 
Jesús les dio pan y pescado

TERCER DOMINGO DE PASCUA San Carlos Rodríguez (1963)

 

1 Jesús se apareció de nuevo a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se apareció así:
2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos.
3 Les dijo Simón Pedro: Voy a pescar. Le respondieron: Nosotros también vamos. Salieron, y subieron a la barca; pero aquella noche no pescaron nada.
4 Al amanecer Jesús estaba en la playa; pero los discípulos no reconocieron que era Jesús.
5 Les dijo Jesús: Muchachos, ¿tienen algo de comer? Ellos contestaron: No.
6 Les dijo: Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán. Tiraron la red y era tanta la abundancia de peces que no podían arrastrarla.
7 El discípulo amado de Jesús dijo a Pedro: Es el Señor. Al oír Pedro que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua.
8 Los demás discípulos se acercaron en el bote, arrastrando la red con los peces, porque no estaban lejos de la orilla, apenas unos cien metros.
9 Cuando saltaron a tierra, ven unas brasas preparadas y encima pescado y pan.
10 Les dijo Jesús: Traigan algo de lo que acaban de pescar.
11 Pedro subió a la barca y arrastró hasta la playa la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aunque eran tantos, la red no se rompió.
12 Les dijo Jesús: Vengan a comer. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor.
13 Jesús se acercó, tomó pan y se lo repartió e hizo lo mismo con el pescado.
14 Ésta fue la tercera aparición de Jesús, ya resucitado, a sus discípulos.
 
 
 
Comentario 

 

En este tercer domingo de pascua las lecturas nos ayudan a contemplar tres modalidades de la presencia del Resucitado. El apocalipsis nos traslada a lo que podíamos llamar una liturgia celestial y cósmica que, con lenguaje apocalíptico, nos presenta a Jesús Resucitado como Cordero inocente que entregó su vida. Tiene millones de seguidores y le seguimos también nosotros, porque nos impacta positivamente. Los vivientes, los ancianos y todas las creaturas del universo forman un coro de alabanza a este Cordero que se entregó por amor, para que todos tengamos vida. ¡Qué hermosa liturgia pascual!

En los Hechos de los Apóstoles son los primeros discípulos quienes nos dan, en un lenguaje valiente y entusiasta, el mensaje-kerigma inicial. Se trata de un pregón misionero, el kerigma que ha inspirado a todos los evangelizadores a predicar la fuerza de la resurrección a lo largo de la historia. Una catequesis que siempre insistirá en que aquel Jesús crucificado ahora está vivo ayudándonos a nosotros a seguir su ejemplo. Si damos la vida por los demás y no retrocedemos ante el peligro, no dejaremos que triunfe el egoísmo. Estos apóstoles en su proceso pascual dijeron: «tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres» (v. 29). Es el mismo Jesús que inspiró la resistencia pacífica apocalíptica, el que ahora es anunciado con otro lenguaje y en nuevos contextos históricos. Despierta inquietud e invita a salvaguardar la vida amenazada, con esa misma valentía con la que dan testimonio Pedro y los apóstoles. Con ese añadido tan propio de la primera comunidad cristiana: «nosotros somos testigos con el Espíritu Santo” (v. 32), recibimos la invitación a no caminar solos y sin discernimiento.

En el evangelio vemos a ese mismo Resucitado presente en el realismo de lo cotidiano, en la pesca, invitándonos a adentrarnos en el mar de los acontecimientos de la historia; a participar de la fracción del pan, organizando comidas fraternas. En la vocación inicial de estos discípulos Jesús los invitó a ser pescadores de humanidad y experimentó con ellos y con la muchedumbre, comidas al descampado. Ahora nos invita a echar nuevamente las redes de la buena noticia del reino y a construir pueblo, comunidad, familia, en torno a mesas abiertas donde siempre contemos con lugares disponibles para los más pobres. Tres presencias del Resucitado: en la liturgia cósmica de nuestro planeta reconciliado por el amor; en los mensajeros de buenas noticias que van sanando corazones y en lo cotidiano y ordinario de nuestro entorno. ¿Cómo unimos estas tres presencias del Resucitado en nuestras vidas?

“El verdadero misionero, que nunca deja de ser discípulo, sabe que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él” (EG 266).

El DIARIO BÍBLICO es un servicio desinteresado y no lucrativo que los Misioneros Claretianos de América hacen a la Nueva Evangelización, para las iglesias locales del Continente y de otras iglesias hispanoparlantes de más allá.

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