Primer Lectura: Gén 41,55-57; 42,5-7a:
«Estamos pagando el delito contra nuestro hermano»
Salmo: 33:
«Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti»
Evangelio: Mt 10,1-7:
«Vayan a las ovejas de Israel»
14ª Semana Ordinario N. S. de Chiquinquirá Santa Paulina del C. Agonizante de Jesús (1942
Tal como los apóstoles de Jesús somos llamados y enviados al mundo con una misión. La lista de realidades que nos aquejan y oprimen puede acobardar o atemorizar a cualquiera. Es necesaria una vivencia profunda de fe y de comunidad que nos convierta en signos visibles de esperanza, paz y acogida, especialmente para todos aquellos que no encuentran caminos de justicia y dignidad. Sin arraigo y sin identidad no será posible el crecimiento personal y, sin lugar a dudas, será menos probable el deseo de entrega y de servicio a los demás. Tomar conciencia del llamado a la vida como promesa de futuro esperanzador, se consigue en la medida que nos sabemos insertos en el plan redentor y salvífico de Dios. Una vez incorporados a la comunidad, es vital el reconocimiento de las personas con quienes vivo y celebro mi fe, aprendiendo a aceptarlas con sus necesidades y posibilidades. Y, sólo así, nos podremos reconocer parte activa de ese proyecto que apasionó a Jesús y a la comunidad discipular, el Reino.
“Dios siempre es novedad, que nos empuja a partir una y otra vez y a desplazarnos para ir más allá de lo conocido, hacia las periferias y las fronteras” (GE 135).