21º Semana ordinaro
San Junípero Serra (1784)
San Agustín (430)
1Tes 3,7-13: «Que el Señor los haga rebozar de amor mutuo y de amor a todos»
Sal 90: «Sácianos con tu misericordia, Señor, y estaremos alegres»
Mt 24,42-51: «Estén preparados»
Enseñó Jesús:
42 Por tanto estén prevenidos, porque no saben el día que llegará su Señor.
43 Ustedes ya saben que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, estaría vigilando y no permitiría que asalten su casa.
44 Por tanto, estén preparados, porque el Hijo del Hombre llegará cuando menos lo esperen.
45 ¿Quién es el sirviente fiel y prudente, encargado por su señor de repartir a sus horas la comida a los de casa?
46 Dichoso el sirviente a quien su señor, al llegar, lo encuentre trabajando así.
47 Les aseguro que le encomendará todas sus posesiones.
48 En cambio, si un sirviente malo, pensando que su señor tardará,
49 se pone a pegar a los compañeros, a comer y beber con los borrachos,
50 vendrá el señor de aquel sirviente, el día y a la hora menos pensada,
51 y lo castigará dándole el destino de los hipócritas. Allí será el llanto y el crujir de dientes.
Uno de los peligros de la sociedad actual, donde todo fluye con rapidez vertiginosa y se vive con impaciencia, es el enfriamiento de nuestra fe. Esa confianza serena en la providencia de un Dios que con amor sostiene nuestra vida se ha ido perdiendo. Por eso Jesús nos llama a estar despiertos, en una atención amorosa, en una vigilancia activa, en fidelidad creativa. Dios suele manifestarse no tanto en lo extraordinario, sino muchas veces en lo inesperado, en las pequeñas cosas y vivencias de lo cotidiano. La invitación que nos hace Jesús es a testimoniar como su presencia se transforma para nosotros en impulso, motor, vitalidad que se renueva. Mantener la fidelidad en medio de tantas fracturas sociales a nivel personal, familiar, comunitario, es un desafío para los creyentes. Cuando se vive en apertura a esa presencia, todo cambia, nuestras entregas recobran un nuevo sentido y sabemos mantenernos como ese siervo fiel. Sirvamos al Reino de la vida y gocemos de sabernos en el camino correcto. ¡Correspondamos con gratuidad!
“Jesús mismo festeja nuestras victorias. Se alegraba cuando sus discípulos lograban avanzar en el anuncio del Evangelio” (GE 159).