33º Semana Ordinario
Ntra. Sra. de la Divina Providencia
2Mac 7,1.20-31: «El Creador les devolverá la vida»
Sal 17: «Escóndeme, Señor, bajo las sombras de tus alas»
Lc 19,11-28: «¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco?»
Como la gente lo escuchaba, Jesús añadió una parábola porque estaban cerca de Jerusalén y ellos creían que el reino de Dios se iba a revelar de un momento a otro.
12 Él les dijo: Un hombre noble se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver.
13 Llamó a diez sirvientes suyos, les entregó una gran cantidad de dinero y les encargó: Háganla producir hasta que yo vuelva.
14 Sus compatriotas, que lo odiaban, enviaron tras él una comisión encargada de decir: No queremos que ése sea nuestro rey.
15 Volvió una vez nombrado rey y llamó a los sirvientes a quienes había entregado el dinero para ver cómo había negociado cada uno.
16 Se presentó el primero y dijo: Señor, tu dinero ha producido diez veces más.
17 Le respondió: Muy bien, sirviente diligente; por haber sido fiel en lo poco, administrarás diez ciudades.
18 Se presentó el segundo y dijo: Señor, tu dinero ha producido cinco veces más.
19 Le respondió: Pues tú administrarás cinco ciudades.
20Se presentó el tercero y dijo: Aquí tienes tu dinero, que he guardado en un pañuelo.
21 Te tenía miedo porque eres riguroso: retiras lo que no has depositado, y cosechas lo que no has sembrado.
22 Él le respondió: Por tu boca te condeno, sirviente indigno. Sabías que soy riguroso, que retiro lo que no he depositado y cosecho lo que no he sembrado.
23 ¿Por qué no pusiste mi dinero en un banco, para que, al volver yo, lo cobrara con los intereses?
24 Después ordenó a los presentes: Quítenle el dinero y dénselo al que consiguió diez veces más….
Comentario
Jerusalén, centro de la sociedad judía que vivía de las expectativas mesiánicas. Para Jesús, se transforma en lugar de prueba y desafío. Por eso aprovecha la ocasión para dar una lección a la comunidad discipular con la parábola de los talentos. Quiere que cada uno reconozca, más allá de la espera de un Mesías libertador, si está o no cuidando el don recibido. Al sabernos en estos últimos días del año litúrgico resulta oportuno sincerarnos respecto del cuidado de nuestro mayor tesoro: la vida. Tanto a nivel personal, familiar o de comunidad, podemos caer en un cierto descuido o acomodamiento. Uno de los errores de nuestros días está en conducirnos en piloto automático, sin tener tiempo o espacios propicios para la revisión de vida. El Reino no será posible, si nosotros no hacemos que acontezca. Pensemos si nuestra actitud o disposición, es empática, generosa, activa, solidaria. El miedo, lo único que produce es estancamiento, no permitiendo nuestro crecimiento.
“Hemos recibido la vida gratis, no hemos pagado por ella. Entonces todos podemos dar sin esperar algo, hacer el bien sin exigirle tanto a esa persona que uno ayuda” (FT 140).
