San Juan, apóstol y evangelista (s. I)
1Jn 1,1-4: «Les anunciamos lo que hemos visto y oído»
Sal 97: «Alégrense, justos, con el Señor»
Jn 20,2-8: El otro discípulo llegó primero al sepulcro
El primer día de la semana, María Magdalena llega corriendo a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el que era muy amigo de Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.
3 Salió Pedro con el otro discípulo y se dirigieron al sepulcro.
4 Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro.
5 Inclinándose vio las sábanas en el suelo, pero no entró.
6 Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro. Observó los lienzos en el suelo
7 y el sudario que le había envuelto la cabeza no en el suelo con los lienzos, sino enrollado en lugar aparte.
8 Entonces entró el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Comentario
Celebramos la fiesta de Juan, apóstol y evangelista. El discípulo, amigo de Jesús, movido por la noticia recibida va al sepulcro a constatar una verdad. El amor es el motor que mueve el mundo, dicen algunos. Ese amor que condujo a Jesús a la entrega de la vida, es el mismo que impulsa a María Magdalena, Pedro y Juan, a no dejar enterradas todas las memorias de un proyecto humanizador. El acto de “ver” y “creer” no solo alude a la resurrección, sino también a la comprensión profunda del paso o visita de Dios en nuestra historia. Pedro y el otro discípulo representan la tensión y riqueza de los diversos liderazgos presentes en las comunidades cristianas, Petrina y Joánica. La disposición de las sábanas y del sudario develan la liberación que ambos deben realizar de las ataduras mortales. Este episodio, en tiempo de navidad, nos convoca a quienes buscamos seguir a Jesús, a no perdernos en el camino y, mucho menos, a quedarnos en lugares generadores de muerte, Dios no está allí.
“No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede a un costado de la vida” (FT 68).
