Primer Lectura: Éx 11,10–12,14:
Matarán un cordero al atardecer
Salmo: 116:
«Alzaré el cáliz de Salvación invocando el nombre del Señor»
Evangelio: Mt 12,1-8:
El Hijo del Hombre es Señor del sábado
15a Semana Ordinario, Santa Sinforosa y sus siete hijos mártires (s. II)
2 Los fariseos le dijeron: Mira, tus discípulos están haciendo en sábado una cosa prohibida.
3 Él les respondió: ¿No han leído lo que hizo David y sus compañeros cuando estaban hambrientos?
4 Entraron en la casa de Dios y comieron los panes consagrados que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes.
5 ¿No han leído en la ley que, en el templo y en sábado, los sacerdotes quebrantan el reposo sin incurrir en culpa?
6 Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien mayor que el templo.
7 Si comprendieran lo que significa: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a los inocentes.
Estamos inmersos en un sistema que se aferra a un modelo de producción y consumo desmedido. Nos percibimos seducidos y distraídos por estilos de vida de apariencia lujosa. Lo que importa es ganar dinero para comprar, y reconocimiento social por la apariencia externa. Se van perdiendo los valores de la convivencia y quedamos reducidos a engranajes de un mundo materialista. Las redes sociales y, en general, los medios de comunicación masivos venden estereotipos que desconocen la dignidad de toda persona, violentando uno de los derechos fundamentales. El evangelio nos hace un llamado a no vivir con ingenuidad; no es posible que los intereses económicos egoístas, la producción desmedida y la instrumentalización de los bienes naturales cuente con el aval de los cristianos. No podemos ser partícipes de gobiernos o proyectos que atentan contra el bienestar de las mayorías. Pensemos si nuestros estilos de vida contribuyen al cuidado integral de la vida.
“Estén abiertos a las diferencias y sepan cómo valorarlas en nombre de la fraternidad humana” (FT 129).