32º Semana Ordinario
San León Magno (461)
Sab 1,1-7: El Espíritu del Señor llena la tierra
Sal 139: «Guíame, Señor, por el camino recto»
Lc 17,1-6: «Si siete veces vuelve a decirte ‘Lo siento’, perdónalo»
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Es inevitable que haya escándalos; pero, ¡ay del que los provoca!
2 Más le valdría que le ataran en el cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños.
3 Estén en guardia: si tu hermano peca, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo.
4 Si siete veces al día te ofende y siete veces vuelve a ti diciendo que se arrepiente, perdónalo.
5 Los apóstoles dijeron al Señor: Auméntanos la fe.
6 El Señor dijo: Si tuvieran fe como una semilla de mostaza, dirían a esta morera: Arráncate de raíz y plántate en el mar, y los obedecería.
Comentario
La primera lectura nos invita a considerar la sabiduría como amiga que sale en defensa de las vidas que actúan con prudencia; la persona sabia es humilde, aprende de sus errores y se esmera en proceder con rectitud y justicia. Los liderazgos religiosos asumidos con poca sabiduría hoy son expuestos mediáticamente, particularmente por escándalos relacionados con el abuso de poder. El evangelio que siempre es buena noticia, comienza con una advertencia severa por parte de Jesús dirigida a quienes escandalizan “a uno de estos pequeños”. No se puede interpretar solamente por la corrupción de menores, sino de adultos vulnerables o de cualquier persona, dentro y fuera de la Iglesia. Siempre es oportuno recordar que se lastima la dignidad, se traiciona la confianza y se abusa de una posición privilegiada. De la advertencia, pasa a exhortar a la comunidad a no perder de vista la misericordia, porque no podemos dar cabida al mal, bajo ninguna circunstancia. A este punto toda comunidad discipular está invitada a pedir a Dios una fe valiente y entrañable.
“Qué tristeza cada vez que nos quedamos encerrados en nosotros mismos, incapaces de perdonar. Triunfa el rencor, la rabia, la venganza; la vida se vuelve infeliz y se anula el alegre compromiso por la misericordia” (Misericordia et Misera 8).
