31 de Diciembre del 2025

6º día de la Octava de Navidad

San Juan Ma. Bocardo (1884)

 

1Jn 2,12-17: El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre

Sal 96: «Alégrese el cielo y goce la tierra»     

Lc 2,36-40: Ana hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel

Al principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. 

2 Ella existía al principio junto a Dios. 

3 Todo existió por medio de ella, y sin ella nada existió de cuanto existe. 

4 En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres; 

5 la luz brilló en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron. 

6 Apareció un hombre enviado por Dios, llamado Juan, 

7 que vino como testigo, para dar testimonio de la luz, de modo que todos creyeran por medio de él. 

8 Él no era la luz, sino un testigo de la luz. 

9 La luz verdadera que ilumina a todo hombre estaba viniendo al mundo. 

10 En el mundo estaba, el mundo existió por ella, y el mundo no la reconoció. 

11 Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. 

12 Pero a los que la recibieron, a los que creen en ella, los hizo capaces de ser hijos de Dios:

13 ellos no han nacido de la sangre ni del deseo de la carne, ni del deseo del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. 

14 La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y verdad. 

15 Juan grita dando testimonio de él: Éste es aquél del que yo decía: El que viene detrás de mí, es más importante que yo, porque existía antes que yo. 

16 De su plenitud hemos recibido todos: gracia tras gracia. 

17 Porque la ley se promulgó por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad se realizaron por Jesús el Mesías. 

18 Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, Dios, que estaba al lado del Padre. Él nos lo dio a conocer.

 

Comentario 

Dispongámonos a celebrar con fe el último día del año. Hagamos un tiempo para el silencio: agradezcamos por todo lo vivido, por lo bueno y lo malo; también, por las personas que han formado parte importante en nuestro caminar; retomemos las lecciones aprendidas y pensemos en aquello que necesitamos soltar y no arrastrarlo hacia el nuevo año; reconciliémonos y celebremos la vida, la familia y la comunidad. Juan nos invita a ponderar el peso y el poder de “la Palabra”, su fuerza creativa y redentora. Una “Palabra” que busca encarnarse en nuestra vida e iluminarla. En medio de tanta “palabra” engañosa y manipuladora, es bueno sabernos al amparo de una palabra verdadera. Si hacemos bien nuestra revisión de vida y examen de conciencia, sería oportuno pedir perdón por la palabra hiriente que debimos no haber pronunciado o, bien, agradecer por la palabra que necesitábamos expresar y la dijimos con asertividad. Pidamos al concluir nuestro peregrinar en el 2024, la gracia de ser Oyentes y Servidores de la Palabra que da vida.

“El mundo canta un Amor infinito, ¿cómo no cuidarlo?” (LD 65).




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