34º Semana Ordinario
1º DE ADVIENTO
San Andrés (s. I)
Isaías 2,1-5: El Señor reúne a las naciones
Salmo 122: «Qué alegría cuando me dijeron: ‘¡Vamos a la casa del Señor’!»
Romanos 13,11-14: Nuestra salvación está cerca
Mateo 24,37-44: ¡Estén en vela, para estar preparados!
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: La llegada del Hijo del Hombre será como en tiempos de Noé:
38 en aquellos días anteriores al diluvio la gente comía y bebía y se casaban, hasta que Noé se metió en el arca.
39 Y ellos no se enteraron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos. Así será la llegada del Hijo del Hombre.
40 Estarán dos hombres en un campo: a uno se lo llevarán, al otro lo dejarán;
41 dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán, a la otra la dejarán.
42 Por tanto estén prevenidos porque no saben el día que llegará su Señor.
43 Ustedes ya saben que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, estaría cuidando para que no le abran un boquete en la pared.
44 Por tanto, estén preparados, porque el Hijo del Hombre llegará cuando menos lo esperen.
Comentario
Inauguramos el tiempo de Adviento, quizá sin mayor conciencia de lo que significa o implica. De parte de Dios recibimos esa constante llamada a caminar hacia la luz. En el texto de Isaías encontramos la visión del monte de la casa del Señor como lugar de convergencia y comunión para todas las naciones. Esta visión revela el sueño de Dios para los pueblos de América Latina, donde las divisiones étnicas, políticas y socioeconómicas han causado estragos. Se resalta la esperanza de un territorio que unirá a quienes hagan vida las enseñanzas de Dios. Forjar arados y hoces en lugar de espadas y lanzas, nos refiere a la sustitución de las actitudes violentas e indiferentes por trabajos que fomenten el bien común. Se trata de construir puentes de diálogo, tolerancia y paz en medio de sociedades polarizadas. La invitación a caminar a la luz del Señor es a no caer en actitudes fanáticas o cerrazón. También apunta hacia la necesidad de madurez espiritual y compromiso ético; que cada persona creyente se comprometa a generar cambios tanto a nivel personal como comunitario.
Por su parte la carta a los Romanos es una exhortación a abandonar las acciones tenebrosas y revestirse de la armadura de la luz. Actuar con decencia y rechazar los vicios es propio de personas que no se rigen sólo por el instinto. Fomentar la solidaridad y la igual dignidad hacia las personas desfavorecidas evidencia si comulgamos con Jesús y su proyecto. Este pasaje desafía a nuestras comunidades a resistir la tentación de seguir los impulsos egoístas y materialistas, y en su lugar, abrazar los valores que llevaron a Jesús a compadecerse del dolor ajeno.
El pasaje del evangelio resalta la importancia del cuidado y aprecio por la vida, que llega a realizarse plenamente cuando se comparte. Una vida atrapada por el egoísmo y el apego a lo material, vivirá frustrada. Hemos de estar atentos para no vivir en la inconsciencia y el descuido. Como en los días de Noé, nos dice el evangelio, la gente podría estar distraída por sus preocupaciones diarias y no darse cuenta de las injusticias que rodean a la sociedad. Este llamado a la vigilancia invita a las comunidades a madurar en la fe y en el amor; a trabajar activamente por no reproducir la indiferencia y la desigualdad. La comparación con un ladrón que llega en un momento inesperado resalta la urgencia de la acción y la necesidad de una respuesta rápida y decidida por parte de los creyentes.
“¡Construyámoslo hoy! Porque el futuro empieza hoy, y empieza por cada uno de nosotros” (Papa Francisco).
