Feria privilegiada de Adviento
Santa Francisca Cabrini (1917)
1Sam 1,24-28: «El Señor me ha concedido el hijo»
Interleccional 1Sam: «Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador»
Lc 1,46-56: «Me felicitarán todas las generaciones»
En aquel tiempo, María dijo: Mi alma canta la grandeza del Señor,
47 mi espíritu festeja a Dios mi salvador,
48 porque se ha fijado en la humildad de su servidora y en adelante me felicitarán todas las generaciones.
49 Porque el Poderoso ha hecho grandes cosas su nombre es santo.
50 Su misericordia con sus fieles se extiende de generación en generación.
51 Despliega la fuerza de su brazo, dispersa a los soberbios en sus planes,
52 derriba del trono a los poderosos y eleva a los humildes,
53 colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos.
54 Socorre a Israel, su siervo, recordándola lealtad,
55 prometida a nuestros antepasados, a favor de Abrahán y su descendencia para siempre.
56 María se quedó con ella tres meses y después se volvió a casa.
Comentario
El Magníficat de María es un canto a la vida en Dios. María, se reconoce dichosa y agradece el favor de Dios hacia su servidora. El Dios de los humildes la ha visitado a ella y, en ella, a todas las personas sedientas de justicia. Este himno intenta devolver la esperanza a los desfavorecidos del sistema-mundo. María reconoce cómo Dios ha volcado el orden categorizado y excluyente. En una comunidad cristiana, el poder y la soberbia son desplazados; los humildes y hambrientos son dignificados y asistidos. Estas palabras reflejan el anhelo de un cambio social y la búsqueda de igualdad. El Magníficat se convierte en un llamado a fomentar la cultura del cuidado, a denunciar los abusos de poder, a no acostumbrarse a que reine el mal. Además, María recuerda la fidelidad de Dios hacia su pueblo, cumpliendo la promesa de liberación hecha a Abraham y sus descendientes. La experiencia redentora de la fe es una acción divina manifestada en la historia personal y comunitaria.
“Todos estamos llamados a mantener viva la tensión hacia un más allá de nosotros mismos y de nuestros límites, y cada familia debe vivir en ese estímulo constante” (AL 325).
