Primera lectura: 1Cor 1,26-31:
Dios ha escogido lo débil del mundo
Salmo: 33:
Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad
Evangelio: Mt 25,14-30:
Has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu señor
21ª Semana Ordinario San Ramón Nonato (1240)
15 A uno le dio cinco bolsas de oro, a otro dos, a otro una; a cada uno según su capacidad. Y se fue.
16 Inmediatamente el que había recibido cinco bolsas de oro negoció con ellas y ganó otras cinco.
17 Lo mismo el que había recibido dos bolsas de oro, ganó otras dos.
18 El que había recibido una bolsa de oro fue, hizo un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.
19 Pasado mucho tiempo se presentó el señor… El que había recibido cinco bolsas de oro le presentó otras…
21 Su señor le dijo: Muy bien, sirviente honrado y cumplidor….
22 Se acercó el que había recibido dos bolsas de oro y dijo: Señor, me diste dos bolsas de oro, le presentó otras dos.
23 Su señor le dijo: Muy bien, sirviente honrado y cumplidor…
24 Se acercó también el que había recibido una bolsa de oro y dijo: Señor, sabía que eres exigente, que cosechas donde no has sembrado y reúnes donde no has esparcido.
25 Como tenía miedo, enterré tu bolsa de oro; aquí tienes lo tuyo.
26 Su señor le respondió: Sirviente indigno y perezoso…
28 Quítenle la bolsa de oro y dénsela al que tiene diez.
29 Porque al que tiene se le dará y le sobrará, y al que no tiene se le quitará aun lo que tiene.
30 Al sirviente inútil expúlsenlo a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el crujir de dientes.
El evangelio nos presenta algunos modos de proceder con la generosidad de Dios. Están quienes arriesgan y ganan y quien teme y pierde. En el fondo, cada uno hizo lo que consideraba oportuno y así se demuestra cómo se entiende la fidelidad. En la vida de las comunidades sucede más o menos lo mismo. Están quienes se sostienen con la inquietud y la creatividad; estos son los que hacen fructificar, los que ven en sus talentos la posibilidad de crecimiento futuro. El segundo modelo, mediado por el temor, interpreta que ser fiel es conservar, quedarse con lo seguro y aguantar. Estos modos de proceder conviven en el interior de una Iglesia participativa donde, para lograr un justo equilibrio entre el riesgo constante y la pasividad conservadora, se nos anima a despertar constantemente el discernimiento. En la toma de decisiones, en los proyectos comunitarios o personales, sólo el discernimiento nos hará ser fieles y creativos con los dones de Dios. Tal vez sirva preguntarnos: ¿Cómo estamos viviendo esta tensión entre oportunidad o permanencia?
“En la vida en comunidad es un error vivir una vida religiosamente correcta, sin arriesgarnos a vivir el amor de manera más audaz y creativa” (J. Pagola).