Primera lectura: Ef 4,7-16:
De Cristo, el cuerpo se procura el crecimiento
Salmo: 122:
Vamos alegres a la casa del Señor
Evangelio: Lc 13,1-9:
Si no se convierten, todos perecerán
29ª Semana Ordinario San Evaristo (s. II) San Paulina Jaricot (1862)
2 Él contestó: ¿Piensan que aquellos galileos, sufrieron todo eso porque eran más pecadores que los demás galileos?
3 Les digo que no; y si ustedes no se arrepienten, acabarán como ellos.
4 ¿O creen que aquellos dieciocho sobre los cuales se derrumbó la torre de Siloé y los mató, eran más culpables que el resto de los habitantes de Jerusalén?
5 Les digo que no; y si ustedes no se arrepienten acabarán como ellos.
6 Y les propuso la siguiente parábola: Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar fruto en ella y no lo encontró.
7 Dijo al viñador: Hace tres años que vengo a buscar fruta en esta higuera y nunca encuentro nada. Córtala, que encima está malgastando la tierra.
8 Él le contestó: Señor, déjala todavía este año; cavaré alrededor y la abonaré,
9 a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás.
El tema del evangelio de hoy se centra en la conversión. No podemos creernos mejores que otras personas. Todos necesitamos de conversión radical y profunda. Convertirse es abrirse a la gracia de Dios capaz de transformar el corazón y la conciencia del ser humano. La conversión, el cambio de dirección, la transformación rotunda y radical de la persona y de la comunidad no es únicamente una iniciativa humana. La decisión y disposición para transformar la vida es propia de la libertad personal y también es voluntad colectiva. Pero la acción transformadora es iniciativa y gracia divina. Es el Espíritu Santo el que actúa en el interior de la persona y en el corazón de la comunidad y les hace criaturas nuevas, liberadas y renovadas en Cristo Jesús. El Señor siempre nos espera con los brazos abiertos. Pero no nos obliga ni nos manipula para que nos convirtamos. Respeta profundamente nuestra libertad y voluntad. ¿De qué forma se viven los caminos de conversión en tu vida, en tu familia, en tu comunidad?
“Es importante favorecer aquello que puede permitir el crecimiento de una verdadera esperanza y luchar contra lo que puede ahogarla” (J. Pagola).