Primera lectura: Ez 34,1-11:
Yo mismo buscaré mis ovejas
Salmo: 23:
“El Señor es mi Pastor, nada me falta”
Evangelio: Mt 20,1-16:
¿Tienes envidia porque soy bueno?
20ª Semana Ordinario San Pío X (1914)
2 Cerró trato con ellos en un denario al día y los envió a su viña.
3 Volvió a salir a media mañana, vio en la plaza a otros que no tenían trabajo
4 y les dijo: Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo debido.
5 Ellos se fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde e hizo lo mismo.
6 Al caer de la tarde salió, encontró otros que no tenían trabajo y les dijo: ¿Qué hacen aquí ociosos todo el día sin trabajar?
7 Le contestan: Nadie nos ha contratado. Y él les dice: Vayan también ustedes a mi viña.
8 Al anochecer, el dueño de la viña dijo al capataz: Reúne a los trabajadores y págales su jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros.
9 Pasaron los del atardecer y recibieron un denario.
10 Cuando llegaron los primeros, esperaban recibir más; pero también ellos recibieron la misma paga.
11 Al recibirlo, se quejaron contra el hacendado:
12 Estos últimos han trabajado una hora y les has pagado igual que a nosotros, que hemos soportado la fatiga y el calor del día.
13 Él contestó a uno de ellos: Amigo, no estoy siendo injusto; ¿no habíamos cerrado trato en un denario?
14 Entonces toma lo tuyo y vete. Que yo quiero dar al último lo mismo que a ti.
15 ¿O no puedo yo disponer de mis bienes como me parezca? ¿Por qué tomas a mal que yo sea generoso?
16 Así los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.
Como en toda parábola, aquí se produce una ruptura llamativa entre el modo de obrar de la sociedad-mundoy la sociedad del reino de Dios. En el modelo de la sociedad de la parábola, resulta extraño que el dueño de la viña contrate trabajadores hasta la hora undécima y que reparta el salario empezando por los últimos. En esa sociedad es normal que los primeros contratados protesten por ese método y que tengan envidia de los últimos. Pero en la sociedad del Reino el dueño de la viña es el Dios de la gracia y la compasión. La protesta de los primeros evoca la protesta y el desconcierto del pueblo judío al ver a los paganos entrar en la nueva comunidad. Como el hermano del hijo pródigo, que protesta a su padre por la fiesta que le regala al ‘mal’ hijo mientras él, que «ha hecho todo bien», no es especialmente agasajado. El Dios de la parábola es el Dios de la gracia y quiere ciudadanos del Reino dignificados y reconciliados. Quiere que los últimos de la historia se sienten a la mesa como invitados especiales.
“Dios seguirá abriendo caminos nuevos a su proyecto de salvación con otras gentes que produzcan frutos de justicia” (J. Pagola).
Como en toda parábola, aquí se produce una ruptura llamativa entre el modo de obrar de la sociedad-mundoy la sociedad del reino de Dios. En el modelo de la sociedad de la parábola, resulta extraño que el dueño de la viña contrate trabajadores hasta la hora undécima y que reparta el salario empezando por los últimos. En esa sociedad es normal que los primeros contratados protesten por ese método y que tengan envidia de los últimos. Pero en la sociedad del Reino el dueño de la viña es el Dios de la gracia y la compasión. La protesta de los primeros evoca la protesta y el desconcierto del pueblo judío al ver a los paganos entrar en la nueva comunidad. Como el hermano del hijo pródigo, que protesta a su padre por la fiesta que le regala al ‘mal’ hijo mientras él, que «ha hecho todo bien», no es especialmente agasajado. El Dios de la parábola es el Dios de la gracia y quiere ciudadanos del Reino dignificados y reconciliados. Quiere que los últimos de la historia se sienten a la mesa como invitados especiales.
“Dios seguirá abriendo caminos nuevos a su proyecto de salvación con otras gentes que produzcan frutos de justicia” (J. Pagola).