Primera lectura: Ez 9,1-7;10.18-22:
La marca en la frente de los que gimen afligidos por Jerusalén
Salmo: 113:
La gloria del Señor se eleva sobre el cielo
Evangelio: Mt 18,15-20:
Si te hace caso, has salvado a tu hermano
19ª Semana Ordinario San Antonio Primaldo y 812 Comp. (1480) San Maximiliano Kolbe (1941)
15 Si tu hermano te ofende, ve y corrígelo, tú y él a solas. Si te escucha has ganado a tu hermano.
17 Si no les hace caso, informa a la comunidad. Y si no hace caso a la comunidad considéralo un pagano o un recaudador de impuestos.
18 Les aseguro que lo que ustedes aten en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.
19 Les digo también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, mi Padre del cielo se la concederá.
20 Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy allí, en medio de ellos.
El perdón de las ofensas es una perla fina del Evangelio. Responde a la oración última de Jesús en la cruz: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen». Jesús es el constructor de puentes, el que ha roto los muros de separación que hemos construido a lo largo de la historia. Quiere que cambiemos el método de las sinagogas, que excluyen a los que no practican la misma Ley y comparten la misma ideología. Jesús quiere comunidades, iglesias de inclusión. Y si alguien ofende a los hermanos, nos propone un método de reconciliación, primero conversando a solas con el hermano o hermana que ha dañado la convivencia, luego conversando con dos o tres testigos, y por último, con toda la comunidad. Si no hace caso a la comunidad ya no pertenece a la misma, pero sigue siendo un hermano, una ‘oveja perdida’ que hay que buscar para que algún día regrese a la misma. Es el método de ‘atar’ reconociendo que dejó la comunidad, y ‘desatar’ logrando el regreso a la misma.
“¿no habrá que introducir un nuevo orden de cosas donde la compasión no sea ya una excepción o un gesto admirable sino una exigencia normal?” (J. Pagola).